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"La culpa es de ácido láctico"

Última serie de 400 metros en una pista de atletismo cualquiera, respiración acelerada y zapatillas de clavos. 100 metros para terminar el entrenamiento y parece que las piernas van a explotar, completamente bloqueadas amenazan con dejar de impulsarnos hacia delante haciendo de cada zancada una odisea. Poco después de cruzar la línea que marca el final del entrenamiento aparece una sensación de malestar general, náuseas y dolor de cabeza que nos acompañará al menos durante los siguientes 15 minutos. Una mirada asesina se dirige al entrenador pero este sabe cubrirse y mientras se encoje de hombros dice:

“la culpa es del ácido láctico”

El ácido láctico, ese despiadado enemigo que circula por nuestra sangre causando todas nuestras desgracias, ese que nos fatiga y nos limita, ese que daña nuestros tejidos y destruye nuestras células; ese que en realidad no está presente en nuestro organismo cuando hacemos ejercicio y por lo tanto no es para nada responsable de todas estas atrocidades.

Sí, han leído bien. El ácido láctico, calificado como un producto de desecho, perseguido y detestado durante tantos años por deportistas, entrenadores y científicos en realidad no está presente en nuestro organismo en ningún momento durante el ejercicio físico. Pero, ¿cómo puede esto ser posible?

Vayamos poco a poco. Durante más de 80 años se ha creído que el cuerpo ante el ejercicio físico intenso genera ácido láctico como producto de desecho al utilizar la glucosa como sustrato energético de manera anaeróbica. Tal y como su propio nombre indica el ácido láctico es un ácido por lo que su producción de manera excesiva durante el ejercicio físico intenso implicaría una disminución del ph celular debido a la imposibilidad del organismo de neutralizar ese exceso de acidez. Esta situación bioquímica del organismo es conocida como acidosis láctica y junto con su desencadenante, el ácido láctico, ha sido postulada como la causa de todos los males del deportista (agujetas, malestar general, disminución en la capacidad de contracción muscular…).

Bien, hasta aquí todo encaja, un producto de desecho generado en el catabolismo anaeróbico de la glucosa baja el ph del organismo con una serie de consecuencias negativas. Sin embargo durante los últimos 15 años numerosos estudios han puesto de manifiesto que en ningún momento del catabolismo de la glucosa (o cualquier otro sustrato energético) se produce ácido láctico, por el contrario se produce y libera al torrente sanguíneo un compuesto diferente, el lactato. Este hecho puede parecer banal y carente de importancia:

“De acuerdo, te lo compro, a partir de ahora lo llamaré lactato ¿Y qué más da? Cambiarle el nombre no va a hacer que deje de ser mi más odiado enemigo”

Pero en realidad esta sutil diferencia hace a este metabolito cambiar radicalmente de bando. El lactato es la forma disociada del ácido láctico y por lo tanto ya no es ácido; más bien todo lo contrario, es una base que de ninguna manera puede ser el causante de la disminución del ph que nos lleva a la acidosis y por lo tanto a la fatiga durante el ejercicio intenso. Además el lactato se utiliza para volver a generar glucosa y por lo tanto energía; ya no es un producto de desecho.

De acuerdo, pero entonces ¿quién es ahora el culpable de ese bloqueo que siento en las piernas en la última recta de mis entrenamientos? Bien, en realidad la culpable sigue siendo la acidosis solo que esta es producida por una reacción completamente distinta a la que genera el lactato. Cada vez que el ATP (moneda energética universal, producida por la contabilización de la glucosa y de otros compuestos energéticos como otros tipos de carbohidratos, las grasas, la fosfocreatina, ciertos tipos de aminoácidos…) se rompe además de genera energía libera un protón (H+). Cuando la intensidad del ejercicio comienza a ser demasiado elevada se produce una acumulación de estos protones que actúan como un ácido causando la acidosis metabólica.

Recapitulemos hasta aquí, el ácido láctico no existe en el organismo durante el ejercicio, el lactato sí pero no es un producto de desecho si no un sub producto de la degradación de la glucosa que puede volver a formar glucosa para utilizarse como sustrato energético. Por su parte la acidosis no está causada ni por el lactato ni por el ácido láctico, es una reacción completamente diferente y los culpables son los protones generados por la utilización de ATP para conseguir energía, sea cual sea el sustrato energético utilizado.

Podría aventurarme a afirmar que en este punto de la lectura el artículo ya ha roto algunos de los esquemas que tenías establecidos acerca de la fisiología del ejercicio físico pero si continúas leyendo descubrirás aún más sorpresas…

De hecho se ha comprobado que la producción de lactato no solamente no causa la acidosis, la retarda. Y esto se debe a que la producción de lactato utiliza dos de esos protones libres, verdaderos causantes de la acidosis.

Además, parece estar bien documentado que el sistema energético utilizado (aeróbico o anaeróbico) no está determinado por la disponibilidad de oxígeno (ya que la presión parcial de oxígeno es siempre óptima durante el ejercicio físico incluso a intensidades máximas) lo que nos lleva a concluir que el lactato no es un metabolito únicamente anaeróbico sino que se produce también de manera aeróbica. De esta manera conforme aumente la intensidad del ejercicio también lo hará la producción de H+ (que generan acidosis) y la producción de lactato (debido a la necesidad de conseguir energía rápidamente) de manera que existe una correlación entre producción de lactato y acidosis metabólica (conforme aumenta el primero lo hace el segundo) pero no una relación causa efecto entre ellos (la acidosis no la general el lactato ni el lactato la acidosis).

Para finalizar, los últimos estudios indican que el lactato podría tener un efecto protector sobre las fibras musculares además de aumentar su capacidad de contracción máxima.

Esta nueva visión del lactato nos permite comprender de una manera más precisa cómo funciona el cuerpo humano mientras practicamos deporte  y nos ayuda a desechar mitos acerca de su papel en la fisiología del ejercicio.

A partir de ahora conocerás de antemano que papel juaga cada actor en esta obra y sabrás identificar quien está de tu parte y quién contra ti.


 Gladden, L. B. (2004). Lactate metabolism: A new paradigm for the third millennium. Journal of Physiology, 558(1), 5-30. https://doi.org/10.1113/jphysiol.2003.058701

Iñigo, S. M. (2014). What is Lactate and Lactate Threshold. Recuperado 12 de diciembre de 2019, de https://www.trainingpeaks.com/blog/what-is-lactate-and-lactate-threshold/

Robergs, R. A., Ghiasvand, F., y Parker, D. (2004). Biochemistry of exercise-induced metabolic acidosis. American Journal of Physiology - Regulatory Integrative and Comparative Physiology, 287(3 56-3), 502-516. https://doi.org/10.1152/ajpregu.00114.2004


Juan Rodríguez

Graduado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (UPV)

Estudiante del Master de Entrenamiento y Rendimiento Deportivo (ULE)

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